A D R I A N   R E P U N ...  [ U N   A R T I S T A ...

CURIOSO

DESAFIANTE

HIPERSENSIBLE


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" los personajes de Adrián Repún no quieren despertar es como si no quisieran que amanezca " 

Jorge. S. Perednik

Adrián Repún. Entre el tormento y la fragilidad

Las obras de Adrián Repún son obras sensitivas, obras que perfectamente se expresan a través de sí mismas, obras que desde su fuero interno nos trasmiten lo que el artista no sólo pretende y logra pintar, sino también aquello que en el fondo experimenta. Vemos una serie de elementos que se repiten de manera constante, que hacen clara referencia a lo sensual —incluso a aspectos sexuales—, que hacen hincapié en un tipo de iconografía difícil de desligar de aquello que el artista realiza al acudir a una determinada configuración de seres y formas.
Adrián Repún consigue demostrar que lo que importa es el contenido y cómo, finalmente, quedó éste plasmado. Tal vez por ello, resulta normal ver en su obra grandes superficies de color, grandes manchas amorfas, trazos marcados de fuertes tonalidades, siendo su fuerza expresiva más incisiva cuanto mayor lo
sea la tonalidad elegida, aunque se puede afirmar que casi siempre la encuentra en los colores primarios y en el espacio pictórico ofrecido por el soporte utilizado.
En sus pinturas, la fuerza no sólo viene dada por el cromatismo, sino también por las deformes figuras que, como monstruosidades, expresan unos sentimientos y unas condiciones específicas. Los personajes, ubicados en el plano representado por el cuadro, encarnan a un individuo hipersensible, intimidado por su contexto, generalmente solitario, que grita su horror o su soledad en un mundo de luchas y agresiones,
personajes que huyen o emergen del plano mencionado para introducirse en ese extraño y marginal universo que el artista nos ofrece. Se trata de un intento de plasmar la imagen de las personas y del mundo en que vivimos, pero a través de un lenguaje personal: un lenguaje, por momentos, caótico, aunque siempre ceñido a una estricta disciplina compositiva.
En sus cuadros, Repún se entrega por completo a la representación de formas orgánicas, las investiga, las puebla de mensajes intangibles, plasmando un simbolismo de cualidades expresionistas, por medio del cual busca revelar ese universo marginal que realmente le interesa. La sexualidad, la prostitución, lo abyecto son algunos de los tópicos que establecen el escenario plástico de Adrián Repún, un artista curioso, desafiante y con una gran sensibilidad estética.

Lic. María Laura García
Buenos Aires, junio de 2016

El lapsus calami de “Los actos fallidos”


La más importante explicación sobre el acto fallido en Occidente es debida a un médico austríaco, Sigmund Freud, que la integró en una teoría conocida como psicoanálisis, según la cual habría una instancia llamada inconsciente que pugna por manifestarse, y cuando enfrenta una represión de lo conciente busca eludirla, entre otros caminos mediante el acto fallido. Un olvido, un lapsus, a veces un chiste son ejemplos de este fenómeno que da lugar a posibles interpretaciones de qué es lo que lo inconsciente intenta manifestar, o visto desde el otro lado, qué es lo que la conciencia intenta reprimir.
Otra posibilidad sería considerar que a estas manifestaciones fallidas no hay que darles mayor significado, que en todo caso son manifestaciones de la condición fallida del ser humano, expresiones de su estatuto imperfecto, cuya interpretación no trae más consecuencias que el lucimiento del intérprete.
Pero la necesidad de darle sentido a todo, de adjudicar alguna significación a cada acontecimiento, sobre todo si se quiere entablar alguna relación con él, también es parte de la condición humana. Y el psicoanálisis se suma a esta vasta empresa de darle sentido todo: al mundo y a cada uno de sus mecanismos y acontecimientos.
Adrián Repún retoma en este libro de poemas la hipótesis del acto fallido para invertirla y hacer de ella un acto logrado. Si se quiere ambos a la vez: acto fallido porque opera con los mismos recursos de lenguaje que el acto fallido usa para manifestarse; acto logrado porque esos recursos son usados por la voluntad, de un modo conciente, con el objetivo que buscan todos los poetas al escribir: lograr un acto de poesía. Al usar estos procedimientos “Los actos fallidos” resulta ser una suerte de inconsciente respecto de algún conciente, en su caso el inconsciente de un uso desviado del lenguaje que insiste en aflorar burlando las represiones respecto de su uso comunicativo-prosaico, que es el que disponen las
academias y el uso instituido, y suele ser un conciente represor.
El recurso favorito en esta poética es el mismo del acto fallido, la sustitución basada en la asociación con lo próximo: mediante un reemplazo de letras, o sonidos, o palabras en frases usuales se busca operar un cambio de sentido. Un camino que iniciara Adrián Repún ya en su primer libro de poemas, publicado en el año 2000: “Represión y locura ante la posibilidad de muerte”. Con “Los actos fallidos” el autor, nacido en 1974, confirma su temprana elección poética, y se inscribe así dentro de la poesía como uno de los más destacados y originales constructores dentro de su generación. También uno de los más difíciles pese a toda apariencia en contrario: su libro requiere ser leído con una especial disposición de ánimo, dispuesta a la aventura; si no se la tiene puede suscitar resistencias y represiones, porque el lector en la lectura, lector formado por el lenguaje cuyo inconsciente puede ser la poesía, opera en principio como un conciente que tiene que luchar consigo mismo. Si puede insistir ante cada dificultad, si logra eludirlas, esto es si logra eludirse, obtiene su disfrute, porque el disfrute en la lectura, que es una actividad amén de un resultado, opera como un inconsciente.

Jorge Santiago Perednik

Advertencia preliminar

Mi mente, educada en las teorías conspirativas de la guerra fría, no puede dejar pasar el hecho que el cuaderno que usted abre en este momento solo es una pantalla.
Detrás de estas páginas se agazapa otra cosa, que poco tiene que ver con el inocente propósito de un artista joven de mostrar al público algunos de sus pasatiempos.
Aquí el lector podrá ver dibujos, textos inconexos, anotaciones al borde de la página, mezcladas con noticias periodísticas, panfletos, consejos para sobrevivir y confesiones íntimas. Todo eso, y más, sin un orden manifiesto y sin solución de continuidad, es el contenido aparentemente inocuo de este manual.
Pero ¡cuidado! Eso podría ser solo la superficie de algo más profundo. La esencia individualista del neoliberalismo ha calado hondo en los jóvenes del tercer milenio y los impulsa a exponer a la luz del sol todas sus pequeñas glorias y miserias. De esta manera, arrastran consigo los valores que la civilización occidental ha construido, no sin sangre, no sin dolor y lágrimas, a través de las centurias.
Por eso, a los que se adentren en este libelo les recomiendo prudencia y les advierto que a cada vuelta de página encontrarán bidones de modernidad líquida y insolvente. De tal manera que el solo hecho de quedar xpuestos a semejante obra, podría arrastrarlos en una vorágine contemporánea de imprevisibles consecuencias.
A los que aún conserven cierta capacidad de maniobra intelectual, les sugiero que no pasen de aquí, que cierren el libro, y prosigan con sus rutinas infelices.

Eduardo Iglesias Brickles